sábado, 8 de marzo de 2025

Baños de mar para la vida agitada de las ciudades populosas - Guía del Bañista, doctor A. Bataller y Constanti



El mar es un abrazo
de azules derretido.
Leopoldo de Luis 


Maribel Orgaz - @curionatural
En 1877, el doctor Bataller y Contasti publicó una Guía del Bañista para tomar con provecho los baños de mar. 

Es un manual maravilloso en el que se asegura con la autoridad de la ciencia que el baño de mar recupera la perdida salud. La situación de la medicina en aquellos tiempos popularizaba cualquier remedio que no fueran las temidas sangrías o violentos purgantes y vomitivos. Baños, quién no querría intentarlo. Y los médicos comenzaron a prescribirlos. 

La generación actual, comenzaba pesaroso Bataller, "por causas difíciles de apreciar lleva impreso en su organismo un sello de debilidad" y en lugar de "remedios debilitantes", continúa, es mejor recurrir a los tónicos. 

Y qué mejor tónico que un baño de mar... pero en condiciones estrictas: "no con la rutina extravagante, caprichosa y expuesta a mil percances" que él había observado en los bañistas cada vez que se acercaba a una playa.

En primer lugar, y al llegar a nuestro salutífero destino, detalla, hay que empezar por habituarse a la acción de la atmósfera marina con frecuentes paseos pero sin acercarse demasiado a la orilla para evitar mojarse los pies. Para los niños era suficiente, los primeros días, jugar en la arena con las conchas y las piedrecitas. 

Algunas precauciones generales incluían para los bañistas de piel delicada e impresionable, evitar los días del mar en fosforescencia y para todos, considerar cuidadosamente la temperatura de los baños. 

Los baños de aguas frías, ya sean de río o de mar, "tras la desagradable reacción inicial y cuando el pulso vuelva a ser de nuevo ancho y lleno y el corazón lata sosegado, producirán tal sensación de bienestar que compensarán con creces el mal rato que antes pasaran". El doctor puntualiza que los baños fríos de mar son más tónicos que los fríos de río.

Pablo Neruda recordaba en sus memorias, la imposición rigurosa de chapuzones oceánicos: 

"Lo que me asustaba era el momento apocalíptico en que mi padre nos ordenaba él baño de mar de cada día. Lejos de las olas gigantes, el agua nos salpicaba a mi hermana Laura y a mí con sus latigazos de frío. Y creíamos temblando que el dedo de una ola nos arrastraría hacia las montañas del mar. Cuando ya con los dientes castañeteando y las costillas amoratadas, nos disponíamos mi hermana y yo, tomados de la mano, a morir, sonaba el pito ferroviario y mi padre nos ordenaba salir del martirio".

"Algunos bañistas presentan después de los primeros baños, una excitación nerviosa que les causará insomnio, que es más frecuente en los niños y las mujeres delicadas. Si estas perturbaciones no cesan entre el quinto y décimo baño, se debe suspender el tratamiento". 

Este malestar era infrecuente, opinaba el doctor quitándole hierro, ya que lo habitual consistía en una duración del bienestar sin interrupción hasta el vigésimo baño y a veces más. "Los baños de mar fríos, empleados como sedativos, calman la irritabilidad nerviosa excesiva, tan común a los individuos entregados todo el año a trabajos intelectuales y vigilias, prolongadas, a los habitantes de las grandes poblaciones que pasan una vida agitada por la actividad febril que requiere la buena marcha de los negocios en las ciudades populosas". Los baños fríos calman sin debilitar. Aunque ni los niños ni los viejos de 60 años deben tomarlos. 

El bueno del doctor Bataller y Contasti habría evitado al poeta inclementes obligaciones paternas. 

¿Es diferente un baño tomado en los meses de julio y agosto en el Canal de la Mancha, de noche o de día, o en el Mar Mediterráneo o en nuestras costas del Oeste? Se pregunta el lector.

La ciencia médica asevera que deben, preferentemente, escogerse lo meses de más calor y una costa del Mediterráneo, "aunque si lo que necesita es una acción tónica y excitante" se habrá de emigrar a las costas del Norte y el Oeste. 

Bataller y Constanti se enfrenta abiertamente a la creencia popular que estima en una novena bañista el número suficiente de baños para lograr la salud "el que los necesita deberá tomar veinte o treinta", a uno por día. La quimera de los nueve baños, clama, los llamados novenarios no es más que una superstición. 

La Iglesia no iba a entrar en el coto vedado de la medicina. 

A continuación, el doctor detalla un calendario de horas según se tomen baños en el canal de la Mancha, en el Mediterráneo o el Norte de España. Si nuestra playa tiene establecimiento de baños, con sus bañeros y sus maromas, debe estar provisto de pilas por si el bañista no quiere tomar baños de oleaje. 

La pauta del baño es la siguiente: hay que caminar a la orilla y "así que ve acercarse una ola, entrar con denuedo", sumergiéndose "y sencillamente ponerse a nadar". Los que no sepan se agarrarán a una cuerda, hasta que el agua les llegue a la base del pecho. La duración será de 15 minutos para el adulto y 8 para los niños. 

Al salir, envuélvase en sábanas de lienzo usado y como el baño ha abierto vivamente las ganas de comer, "sépase que debe mediar desde el baño a la comida, hora u hora y media".

"Nunca debe tomarse baño alguno, ni caliente ni frío" que no haya pasado tres horas desde la última comida y tampoco en ayunas. 

"No negaré que haya quien pase una temporada en el litoral sin necesidad y sólo por pagar tributo a la costumbre, cada día más en boga, de emigrar, durante los calurosos meses de verano, de los grandes centros de población (...) he aquí, pues, por qué explico la importancia de los baños de mar". A. Bataller y Constanti, Sociedad Española de Hidrología Médica. 



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