miércoles, 28 de abril de 2021

Cantando al ultravioleta - Chochín


Chochín – Troglodytes troglodytes

Es un cantarín aunque algo más especial que los otros. Los amados ruiseñores son un aparte, eso por descontado pero este pajarillo de apenas 10 gramos de peso merece referencias especiales en cualquier manual de aves canoras. Su canto puede incluir hasta 36 notas por segundo y también por descontado, somos incapaces de escucharlas. No nos da el oído ni tampoco el cerebro. ¿Qué mundo armonioso levanta entre árboles y roquedos esta criatura diminuta? Qué música resuena en el bosque que no entendemos, qué colores vibran que no vemos. Cuál es la finalidad de un universo que existe al margen de nuestros sentidos, qué ocurrirá allí todos los atardeceres: ¿cantará entusiasmado el chochín al ultravioleta?   


La salvaje belleza alada - Maribel Orgaz
Momentos en la Naturaleza - Edita, ANAPRI-Leerenmadrid


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martes, 20 de abril de 2021

Poblado de montes y frutales, de aguas claras y sutiles - Don Blas y Miraflores de la Sierra - Federico Olóriz y Santiago Ramón y Cajal

 


El pueblo está en la escarpa de una sierra.
Arriba Najarra.
Abajo la llanura, como una sed enorme de perderse.
Vicente Aleixandre

Antes, mucho antes, de que una reina de ojos claros, como les gusta contar a los lugareños, admirara sus prados en flor; un hombre de fe respondía apasionado una encuesta que desde las tierras áridas de la meseta le ordenaron cumplimentar sobre aquel lugar, del que le habían confiado todas sus almas.

 "Poblado de montes y frutales de todas especies", explicaba, "de árboles silvestres como encinas, robles, frenos, mimbreras, piornos, chopos, álamos, brezo" y su pluma se apresuraba para no olvidar ni uno solo de ellos "de todas castas, de invierno y de verano", que eran guindos, perales de muchas especies, melocotoneros, ciruelos y manzanos. 

Federico Olóriz había obtenido en Madrid la plaza de Anatomía de la Facultad de Medicina y en esta ciudad, tras abandonar su Granada natal que no le dio una oportunidad, alcanzó todo lo que su talento y tenacidad pudieron dar de sí. Ya fuera en Antropología o  dactiloscopia como anatomista o profesor e investigador; el genio de Olóriz encontró en la gran ciudad, un lugar en el que fructificar. 

"El ganado", continuaba Don Blas en 1785, "es de lana fina" y con respecto al grano, citaba el trigo y la cebada, el centeno y "todo género de hortalizas" y los 16 telares en los que las mujeres hilaban lino. 

Madrid, además, le dio a Olóriz una amistad de vida, Santiago Ramón y Cajal y en gratitud, el andaluz le descubrió el lugar de su descanso veraniego, Miraflores de la Sierra, "que no tiene aguas medicinales pero sí muy claras y sutiles". Los dos médicos y sus familias compartieron hotelito con hotelito, durante el estío en el que dejaban atrás el calor sofocante de una ciudad que se aletargaba hasta desfallecer durante julio y agosto. 

Al atardecer, ahítos de lecturas o vibrantes con las peripecias del juego", escribió en su biografía el Premio Nobel de Medicina, "solíamos descongestionar el cerebro paseando por la carretera que, serpenteando al pie de la Najarra, remóntase a la Morcuera, para morir en el maravilloso Monasterio del Paular. Durante tan saludables correrías, placíame comunicar a mi compañero el fruto de mis meditaciones". 

"Es obligado, continuaba vehemente el pastor, "que nuestro pueblo no pierda su identidad y se convierta en cualquier lugar de cualquier parte".

En 1850, una nueva descripción de Miraflores alababa su clima para las enfermedades del pulmón, sus tres fuentes de buenas aguas y "la de la Villa, que devolvía el apetito".

"De yerbas extraordinarias y medicinales, muchas de cuyo territorio se conducen por estos herbolarios para el Jardín Botánico y boticas de la Corte", y el escrito de Don Blas se demoraba complacido en su pueblo y su paisaje detallando cómo el plantío de castaños y pinos en las sierras, harían de Miraflores "el pueblo más rico, el más feliz y el más dichoso que encontraría en el reino".



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El mundo apacible al pie de Guadarrama - Eduardo Rodera

Cazar la sombra del sol al vuelo. Los templarios y San Bartolomé de Ucero



jueves, 1 de abril de 2021

Una flor que aleja los pensamientos tristes, el geranio - En París, Rene Morin y en Londres, John Tradescant

 

Los geranios "calman la ansiedad y tensión nerviosa, alejan los  pensamientos tristes y permiten el desarrollo de la voluntad en personas temerosas". 

El primer encargo fue traer árboles frutales de los Países Bajos. Su señor, el Conde de Salisbury, y era indiferente si padre o hijo, le confió después el cuidado de los jardines de la gran casa familiar en Londres. Para embellecerlos, John Tradescant el viejo recibió durante años, las semillas y plantas del mejor florista de Francia, Rene Morin. 

Lilas de Oriente, geranios de África, pimpinelas o amor de hombre. Desde todos los mares navegables llegaban al jardín parisino de los Morin, las plantas y semillas más raras que florecían al sol cansado de septiembre o recordaban la primavera en la sesgada luz invernal.

Desde el Cabo de Buena Esperanza, arrancada por marineros holandeses, llegó una flor perfumada que amaba el sol y la arena, pelargonium triste. Diez años después, en 1631, Tradescant recibía "junto a lirios aztecas", el primer geranio que se plantara en suelo inglés. 

Los tres hermanos Morin: Rene, Pierre y Jean fueron exquisitos coleccionistas de plantas aún más que comerciantes. Rene, un celoso cultivador de especímenes raros; Pierre que elaboró el primer calendario conocido de flores de temporada y Jean, "quizá hermano o quizá primo", dudan las crónicas; que logró cultivar el bellísimo narciso de Japón. 

Para sus clientes, imprimían un catálogo de 26 páginas en donde figuraba la lila que el enérgico Mattioli se había traído de Constantinopla, 45 clases de tulipanes "incluidas nuevas especies de China que sobrepasaban toda belleza" y que los holandeses amaban más que cualquier otra flor; la extravagante bola de nieve o la yucca. 

"Fue el primer catálogo en el que se indicaba cuándo florece la planta, su nombre en latín y su nombre vulgar y no organizado sólo por el precio". Margorie F. Warner.

En 1644, el escritor John Evelyn fue invitado a recorrer el jardín de los Morin entre abril y mayo. En forma de óvalo, plantado de cipreses, el erudito gentleman inglés, se asombró ante los azafranes, las anémonas y los ranúnculos más extraños "que atraen admiradores de toda la ciudad". Evelyn anotó que Pierre Morin vivía junto a aquel paraíso en una especie de ermita, en donde le mostró las miniaturas de plantas que pintaba con exquisitez y su colección de insectos, especialmente mariposas, de los que tenía intención escribir una historia natural. "Si lo hizo", puntualiza Warner, "no hay noticia en la ciencia de la Entomología".

Desde entonces, más de 400 especies de geranios de cinco pétalos habitan todas las zonas templadas del mundo.

Algunas mujeres aman las orquídeas

o las rosas

otras, las camelias 

pero esas especies no son para mí.

Geranios rojos y brillantes

y cada vez que veo uno, pienso en ti.

Honeymoon, Shirley Temple


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