viernes, 21 de julio de 2023

Perdida en una selva de flores raras - Katherine Anne Porter y las rosas - Florecen de nuevo los rosales madrileños

 

En la mitad del invierno,
Dios envió tres ángeles al manzano:
"Alégrate, porque has sido elegido.
En mayo te convertirás en
una ola de viva dulzura,
en una nación de pétalos blancos". 
K.A. Porter
Maribel Orgaz - @curionatural
"Amaba las orquídeas, pero por encima de todo, las camelias y las rosas", recordaba en un artículo, el sobrino de la escritora Katherine Anne Porter, Paul Porter. Ambos mantuvieron durante años, una intensa correspondencia en la que ella le alentó en su vocación artística y él, por su parte, relacionó posteriormente muchos detalles de vida y obra, como por ejemplo que la flor favorita de su tía era el trasunto de su escritura: grácil, de una simplicidad sólo aparente. 

Katherine Anne Porter, huérfana de madre a los dos años, criada por su abuela hasta que ésta fallece, de acá para allá con su padre y hermanos en su Texas natal hasta finalizar la escuela primaria y casarse a los 16 años. Un primer matrimonio al que siguieron tres más, renaciendo una y otra vez de los fracasos sentimentales y las dificultades económicas. Escribiendo cuentos y artículos, ganándose la vida como actriz, publicista, mudándose a México, viviendo en Berlín, París, retornando a Estados Unidos y logrando finalmente el reconocimiento con su novela, La nave de los locos

En una colección divulgativa sobre animales y plantas que la editorial mexicana Meridiano comenzó a publicar en 1946, apareció traducido un artículo sobre las rosas que Katherine Anne Porter escribió en 1950 para la influyente, lujosa y efímera Flair. En Flair publicaron Salvador Dalí, Jean Cocteau y Tenesse Williams entre otros. Dirigida a un público de clase alta, las flores eran un tema inevitable.

Quizá porque la primera rosa era una flor insignificante de cinco pétalos, aventura la escritora, nos encaprichamos de ella por su olor: "una rueda alrededor de un perfume, un perfume embriagador como el de ninguna otra flor". Y fascinados comenzamos a compararlo con los melocotones y los albaricoques, con el melón, el ámbar gris y la miel. "pero para mí, cada rosa huele diferente a otra". 

"Cultivó muchos jardines a lo largo de su vida", detallaba su sobrino, "y cuando hubo de mudarse a un apartamento lo llenó de plantas y lo transformó en algo casi selvático".

"Se dotó de espinas para protegerse de otros vegetales demasiado abundantes", K. A. Porter, "y después de Roma fue descuidada hasta que en nuestro tiempo se ha cruzado aumentando constantemente de tamaño". Desde aquella primera Rosa de Damasco que quizá trajeron los cruzados a Europa "junto a las reliquias de los santos y piedras del Santo Sepulcro, agua del Jordán y astillas de la verdadera cruz" hasta las variedades actuales como La Sevillana o Café Olé; los obtentores experimentan con variedades de tallos cada vez más largos, sin espinas, de colores soñados y formas fantásticas, más resistentes, más bellas. 

"El hombre ha sido capaz de hacer que los rosales florezcan más de una vez al año: ha sido el mayor reto que se han marcado los investigadores desde el siglo XVIII" Matilde Ferrer presidenta de la Asociación Española de la Rosa para Verdesevida.

"La rosa de Castilla que lo españoles llevaron a América", continúa K.A. Porter, supuso nuevos admiradores de nuevas tierras. 

"Una vez en California en un plantel, perdida en una selva de rosas raras, pregunté al viejo jardinero, sin duda con avidez: ¿no tendrá usted una damascena o una centifolia? Se irguió en toda su estatura y contemplándome con pasmo dijo: ¡en treinta años no he oído siquiera esos nombres! ¿usted conoce de verdad esas rosas? Le dije que me había criado entre ellas. Despacio, se le llenaron los ojos de lágrimas: igual que yo".

"Recuerdo que mi abuela, provista de un tazón de agua jabonosa y un trapito, lavaba el dorso de unas cuantas hojas y las secaba con tanta ternura como si fuesen dedos infantiles... y sus rosas tenían fama".

"Todos los perfumes que usaba eran florales y en una ocasión, un taxista le dijo: usted huele como el jardín de rosas de mi mujer y ella alabó su agudo olfato porque la colonia que llevaba era White Rose de Caswell Massey". Paul Porter. 

"La rosa", continuaba K.A. Porter en su artículo para Flair, "está asociada al anhelo de alegrías terrenas y de vida eterna. Y después, esa rosa de fuego: ese núcleo de eterno esplendor en el que Dante contempló su visión, esa rosa que sigue iluminando la imaginación de los poetas"


Estos días florecen de nuevo los rosales madrileños. 
Tomé esta fotografía de las rosas blancas del jardín particular de una amiga en Madrid. 


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La Naturaleza tiene sus propios milagros. Pasiflora azul - Passiflora caerulea -Colmenar Viejo (Madrid)

Un jardín sumergido. Hortensias, Hydrangea - Calle Bois y Morer, Barrio de Vallehermoso - Madrid





viernes, 7 de julio de 2023

Un ser salvaje - Bocas de dragón - Antirrhinum majus - Estación de Cercanías, Colmenar Viejo (Madrid)

 


Solos con nuestra locura 
y nuestra flor favorita.
John Ashbery

Maribel Orgaz - @curionatural
Bocas de dragón y fuera de España, bocas de dragón españolas, Antirrhinum majus porque si aprietas la flor entre los dedos se transforma en un ser salvaje que podría apoderarse del mundo entero. Conejitos también llamada y que florece estos días entre rocas de granito, en baldíos, al pie de los muros bajo un sol calcáreo. Rojas, rosadas y blancas como las de esta fotografía que flotan como copos de nieve en el infinito desierto del verano. Que envían así, un mensaje de alegría, que las estaciones continúan su curso, que puedes ignorar el ardor del sol, un cauce seco, un destino razonado. Que llegará tu tiempo de quemar todos los caminos. 

Tomé la fotografía de estas bocas de dragón en la Estación del Tren de Cercanías de Colmenar Viejo (Madrid) el pasado 4 de julio.


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Un paraíso involuntario - Abrepuños, cardos - Centaurea Ornata, Colmenar Viejo (Madrid)




lunes, 3 de julio de 2023

La Naturaleza tiene sus propios milagros. Pasiflora azul - Passiflora caerulea - Avenida del Mediterráneo, Colmenar Viejo (Madrid)

 

Es como un solo de jardín
entre el murmullo de los prados.
Gerardo Diego



Maribel Orgaz - @curionatural
Se les voló la cabeza al contemplarla. En las tierras Novohispanas hombres de fe encontraron una flor inimaginable, tan inusitada que admirarla les hubiera llevado al asombro y la belleza, al gozo sensual de una Naturaleza que revelaba un mundo más allá de su mundo, de su entendimiento. Entonces, la arrancaron y secaron y la incluyeron en herbarios y estudiaron a qué se debían aquellas arquitecturas de pétalos y estambres, de sépalos y pistilos; aquellos colores delicados. Primero fue Nicolás Monardes, médico e hijo de médico, que en 1565 aventuró en un tratado que esta flor era el símbolo de la pasión de Cristo y después los padres franciscanos y el agustino Bosio y el Papa Pablo V, el mismo que despreció el Sol de Galileo. Todos ellos negaron que la Naturaleza podía tener sus propios milagros. Así, impusieron a la flor un significado, que era la revelación divina de la pasión de Jesús y aquella criatura, passiflora, cargó sobre sí flagelaciones y torturas que eran sus estigmas y sangre derramada las delicadas franjas de la corona; los estambres, heridas y llagas; los zarcillos, el látigo. Hombres que sofocaron la alegría de este encuentro con pesares y tormentos, que negaron desde las tinieblas de la razón, la nacarada luz de su bendición.

Tomé la fotografía de esta flor de la pasión en la Av. del Mediterráneo en Colmenar Viejo (Madrid) el pasado 21 de junio.


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