viernes, 29 de julio de 2022

Este divino descontento bajo el cielo de verano - Árbol de Júpiter, Lagerstroemia indica - Avenida Dos Castillas en Colmenar Viejo, Madrid

 



¡Ah, si el mundo fuera siempre
una tarde perfumada!
J. R. Jiménez 

El más antiguo y más grande de todos los cuerpos celestes del sistema solar, rodeado por decenas de lunas, envuelto en kilómetros de nubes de fabulosas tormentas: Júpiter, un astro que es casi una estrella. 

Crespón, lila de las Indias o árbol de Júpiter. Una planta, originaria de China, que florece cuando el padre de los dioses y los hombres en la mitología romana, se hace visible en nuestros cielos. Un pequeño árbol de jardín que se engalana en lo más profundo del verano a la par que la adelfa, cuando declina la magnolia. Un arbusto pero no un árbol.

El niño que en lo más grande será un hombre, la estrella fallida por su tamaño, el porte que no alcanza la magnificencia de árbol. 

A pesar de sus flores, como de papel crepé, de todos los tonos, ya sean rosados o rojos, glicinas o lavandas; sus hojas ambarinas otoñales y su tronco en invierno moteado de claro, dorado o asalmonado. 

A pesar del asombro, la franqueza y la imaginación.

A pesar de Io, pleno de volcanes activos o de Calisto, lleno de cráteres. De todas las estrellas médicis que lo rodean y sus tempestades más grandes que nuestra Tierra. 

Árbolito de Júpiter que apuntas al cielo, esplendor de agosto, el divino descontento que nos mantiene en un anhelo, en un sueño brillante de alcanzar otra altura, otra grandeza, otra inmensidad. 




Ordenadas por su nombre común
Maribel Orgaz 
Ed. Cuadernos del Laberinto 


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Olvidarse del mundo y ser sólo distinción - Jardines de Vista Alegre, Carabanchel - Madrid

Ni un rey en toda su gloria - Lirios




miércoles, 27 de julio de 2022

Entre el contento y la dicha, floreciendo en el abandono - Milamores -Calpe (Alicante)- Centranthus ruber

 


Soy esa flor perdida que brota en tus riberas
humilde y silenciosa todas las primaveras.
Alfonsina Storni


Hierba de San Jorge también la llaman a esta milamores que crece a pleno sol, indiferente a los terrenos ingratos, prosperando en el abandono ya sea en acantilados, taludes o ruinas, incluso en muros de piedra y viejas murallas, siempre a pleno sol, perfumando el aire desde la primavera hasta bien entrado el verano.

Nacida en el Mediterráneo, afirman los expertos, aquí está, sacudida por la brisa ligera, en lo más alto de un cabo natural, en la pared del precipicio costero, entre el contento y la dicha, a más de doscientos de metros de altura, admirando el mar azul y los suelos blancos.

Cultivada en nuestros jardines de los que pronto escapó, alcanzó naturalizada otros muchos lugares, desde Sudáfrica hasta Alemania en donde se la conoce como barba de Júpiter, bésame rápido o Pretty Betsy, en su variedad rosada

Los franceses hacían con sus raíces una sopa y en España, en infusión, aseguran, calma los nervios y las voluntades. Ofrenda de amor, según cantan algunos poetas, que con ella a sus amadas llaman.




Ordenadas por su nombre común
Maribel Orgaz 
Ed. Cuadernos del Laberinto 



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lunes, 11 de julio de 2022

Reina del florecer - Cigüeña blanca, Ciconia ciconia

 

Foto: Ángel M. Hernando (ANAPRI)

                                                                                                                                                       Dame la noche que no intercede, 
la noche migratoria con cifras de cigüeña, 
con la grulla celeste.
Blanca Andreu


Creían, en tiempos de Aristóteles y muchos siglos después, que la desaparición de las aves antes del invierno se debía a que volaban hasta la luna o que se convertían en ramas despojándose de las plumas o se sumergían en lo profundo de los lagos para convertirse en ranas o que modificaban su aspecto: los vivarachos petirrojos se habían metamorfoseado en elegantes colirrojos

A mediados de julio, antes de las golondrinas y los cernícalos, los pollos de cigüeña emprenden viaje al profundo sur: atravesarán el Sáhara hasta llegar al Sahel, quizá hasta Zambia y Suráfrica e incluso hasta el río Nilo. En Alcalá de Henares, en Soto del Real y en los campanarios de tantas de nuestras iglesias pueden verse estos días cómo los nidos se van quedando vacíos. 

En 1822, explican los ornitólogos, observadores atentos de Klütz se preguntaron por aquellas que aparecían en la primavera con una flecha atravesada y concluyeron que en algún lugar, las intentaban dar caza, que en algún lugar, alguien comía cigüeñas. En aquel tiempo, los europeos no sabían de migraciones pero sabían de las tribus africanas y sus armas. 

África era, para Europa, un continente de hombres sometidos, de oportunidades de negocio. Portugueses, británicos, holandeses, españoles, alemanes la recorrían de un lado a otro sin prestar atención a que las grullas eran la misma grulla, las golondrinas, la misma golondrina y el cernícalo el mismo ave que cada primavera aparecían de nuevo milagrosamente en sus campos y en sus ciudades. En 1822 los alemanes de Klütz propusieron algo disparatado: las cigüeñas necesitaban el estío y se iban en nuestros inviernos a tierras africanas en busca de él. 

De un ave herida, dedujeron que estos pájaros volaban miles de kilómetros atravesando el desierto y volvían de nuevo al mismo campanario, al mismo árbol, a la misma granja. Al lugar en el que se las consideraba sagradas, que traían buena suerte y niños llenos de risas. 

Las cigüeñas volvían al continente en donde no se las cazaba porque anunciaban la primavera como un heraldo blanco del florecer.



Cien momentos en la Naturaleza - Edita, ANAPRI-Leerenmadrid



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Esperando junto a los campos de batalla - Buitre leonado

En el juncal encantado - Gallineta de agua





 

 



viernes, 8 de julio de 2022

Ni bambú ni melocotón - El encanto infinito de la adelfa - Neirum Oleander

 


"Sabes, y debes saber; 
el rojo de la flor se hunde en el inmenso verdor".
Li Qingzhao,
 poetisa de la dinastía Song (S. XII)


Resiste a pleno sol en la mediana de nuestras carreteras y a la niebla salina en los jardines costeros ingleses y también soporta indiferente su mala fama: tan tóxica que mató un burro que comió sus hojas, cuenta el escritor romano Plinio, y la Historia que envenenó a varios soldados de Alejandro Magno y también napoleónicos que asaron en sus campamentos carne ensartada en sus ramas.

Adelfa, falso laurel, rosa laurel, melocotón de jaizi, según los chinos, fue llevada a Texas en un barco jamaicano en el siglo XIX y muy pronto las antiguas damas de Galveston hicieron de ella un emblema de la ciudad. Sus flores en tonos rosados o fucsia, de color blanco, rojo o salmón ocuparon calles y parterres, explanadas y grandes fincas.

Americanos que amaron con pasión, al igual que los pompeyanos, una planta que mantiene florecida su alegría tantos meses. En la arrasada Pompeya la cultivaron en sus jardines y para poder contemplarla en el invierno, decoraron las paredes de sus casas con ella. Galveston, tras los huracanes, volvió a plantarlas y los vecinos aliviados la hicieron brotar de nuevo formando la Sociedad Internacional de la Adelfa.

Hasta la Dinastía Song, explican desde China, no era muy apreciada pero entonces los escritores e intelectuales comenzaron a admirar esta planta cuyas hojas les recordaban, pero no eran, al bambú; una bella cuya flores ruborizadas no eran, pero evocaban, el dulce olor del melocotón. Un encanto infinito, una maravilla del jardín.



Ordenadas por su nombre común
Maribel Orgaz 
Ed. Cuadernos del Laberinto 

 


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Mitigar la canícula con sombra de flores - Dondiego de noche - Avenida del Mediterráneo, Colmenar Viejo.

Capaces de romper el viento - Naranjo de Luisiana, Parque de Andalucía. Alcobendas (Madrid)


miércoles, 6 de julio de 2022

A la luz del jardín - Joaquín Sorolla y Esteban Vicente - Museo Esteban Vicente, Segovia

 


¡color que, un momento, el humo
toma del sol que lo pasa;
vida mía, vida mía,
fugaz y coloreada!
Juan Ramón Jiménez

"Más allá de la pintura", explica el folleto de la exposición A luz del jardín que estos días tiene lugar en Segovia, "a Esteban Vicente le apasionaba la jardinería" y en Long Island compró un gran terreno junto a su mujer Harriet Godfrey Peters que cultivó con esmero.

"Esteban y Harriet crearon su jardín intuitivamente, sin necesidad de recurrir a plantas exóticas, ni pérgolas, ni canales, ni otros elementos arquitectónicos. La naturaleza en estado puro, al estilo de jardín natural o silvestre, sin simetrías, convertido en un lugar singular, bello y romántico". Museo Esteban Vicente

"En sus últimos inviernos", explicaba Harriet en un vídeo muy breve y tan hermoso como esta exposición, "el jardín le influyó profundamente y yo lo he cuidado después de que él falleciera como tributo a su memoria". 

"En el último hálito de vida, se muestra virtuoso y diestro, no hay abatimiento, sino fuerza, vitalidad, ilusión", Museo Esteban Vicente.

Los jardines que amó y pintó Joaquín Sorolla y el jardín que cultivó y pintó Esteban Vicente. Si en Sorolla pueden distinguirse adelfas, trepadoras y setos, en Esteban Vicente los lienzos han capturado el frescor, la alegría y el sol.

Un cuadro figurativo de Sorolla sobre una pared rosa provoca una alegre fantasía, una fuga de color en Vicente. Los rojos, fucsias, naranjas llenan toda la sala en un despliegue vibrante y rítmico. 



Además del vídeo de la pareja que puede verse en la segunda planta, en una pequeña vitrina se exponen postales de la familia Sorolla, fotografías de Esteban Vicente trabajando afanosamente entre margaritas gigantes y malvas reales en su jardín de Long Island y pequeños dibujos y bocetos.

A la muerte de Harriet la casa fue vendida y el jardín desapareció. La exposición ha tenido en cuenta realizar un Tributo a la Memoria: 

En el parterre situado al inicio de Vía Roma se ha recreado, con motivo de esta exposición, una obra de Esteban Vicente de la colección permanente del Museo: Visión, 1995.

En una superficie total de 40 m2 se han plantado una serie de especies vegetales que proporcionan los distintos matices cromáticos de la obra de referencia: rojo, naranja, amarillo, y distintas tonalidades de verde. Eduardo Barba, jardinero paisajista e investigador botánico en obras de arte y Manuel Sánchez, arquitecto y paisajista, se han encargado de ambos proyectos.

El jardín del Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente entrará dentro del circuito de Visitas a Jardines Vividos de la ciudad de Segovia. +Información aquí



Sigue leyendo sobre otras exposiciones:

La vida en silencio - Rafael Navarro, Cuerpo y naturaleza. Universos soñados - PhotoEspaña 2022 - Centro de Arte, Alcobendas (Madrid)

Un mundo de incertidumbre y belleza. Isabel Leñero sobre el Códice De la Cruz-Badiano - Instituto de México en España.





sábado, 2 de julio de 2022

Mitigar la canícula con sombra de flores - Dondiego de noche - Avenida del Mediterráneo, Colmenar Viejo

 


Rosas rosadas y blancas, ramas verdes,
corolas frescas y frescos
ramos, ¡Alegría!
Rubén Darío  

Los edificios, explican los guías turísticos, hablan en una ciudad: esta columna es del Barroco, aquel frontispicio sólo podía costearlo una familia nobiliaria, las iglesias sin nombre porque eran analfabetos y les bastaba la figura del santo sobre la puerta. 

De la misma manera, ahí está la sorpresa de algunas flores hablando de nosotros. Una malva real que un barrio admira, el capricho de un técnico ambiental fascinado por un tiempo que no volverá  y en la manzana, porque no es más, de casas con nombres de provincias andaluzas, solo tres árboles rodeados por alegrías que florecen en primavera y en lo más intenso de nuestro calor. En la calle Málaga en su confluencia con la Avenida del Mediterráneo, viven unos vecinos generosos que han hecho crecer aquí estas flores. Quizá jardineros, quizá tan  entusiasmados con su belleza que han querido compartirla con otros paseantes.

Dondiego de noche, maravilla de Perú, cultivada por los aztecas y traída a Europa en 1525 que se abre a última hora de la tarde o al anochecer. Un vegetal que crece a temperatura tropical y quizá por eso, gustan aquí de plantarla rodeando los árboles como risueñas enaguas. En Connecticut los niños la llaman, la flor de las cuatro en punto. 

Maravillas amadas por caracoles y babosas porque en nuestro verano han de ser regadas todos los días y a esa humedad, que es la vida para estos moluscos, como puntualizaría un malacólogo, acuden ellos a refugiarse. Al agua y a la sombra que ellas procuran, qué paradoja, flores que sólo crecen a pleno sol en blancos, fucsias y amarillos tienen la consideración de brindar lo oscuro a lo pequeño, a lo que nunca abandonará la tierra en busca de cielo.

Una lección para nosotros que habríamos de mitigar en la sombra de las flores nuestros pensamientos más ardientes, nuestros sueños agitados, nuestro melancólico cansancio.




Ordenadas por su nombre común
Maribel Orgaz 
Ed. Cuadernos del Laberinto 

 


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Sobre lo oscuro brilla el almendro -San Lorenzo de El Escorial y Quinta de los Molinos 

Semillas viajeras en barcos de vela - Maria Thereza Alves - La Casa Encendida