lunes, 2 de noviembre de 2020

La belleza de los atlas celestes, los dragones devoradores de estrellas y el Astronomicum Caesareum de Petrus Apianus - Biblioteca Nacional de España, BNE

Aquí abajo, los hombres apenas llegaban a los 60 años; de todos los niños nacidos apenas sobrevivían unos pocos. Las mujeres morían con demasiada frecuencia en los postpartos. Se colgaban amuletos de la cintura de los bebés para alejar el mal de ojo y los médicos desaconsejaban los baños con agua caliente pero, en cambio, allí arriba, en la bóveda celeste, nos contemplaban inmutables los astros y los hombres encontraban un consuelo en su magnificencia y comportamiento ordenado.

Estos días se expone en la Biblioteca Nacional de España, el considerado libro impreso más bello del siglo XVI, el Astronomicum Caesareumde Petrus Apianus, publicado en 1540 y dedicado al emperador Carlos V. 

En un principio, las estrellas se dibujaban agrupadas en personajes mitológicos para que todos pudieran reconocerlas y utilizarlas como guías de navegación o caminos terrestres; después llegaron los mapas celestes y finalmente, los atlas. 

Antes de Copérnico, antes de que el sol ocupara el lugar que le corresponde, Apianus había sido nombrado matemático de Carlos I de España, se había casado, su mujer había dado a luz 14 hijos, fundado su propia imprenta y producido algunos de los libros más hermosos de su tiempo. Pero ninguno igualaba el Astronomicum Caesareum y sus 35 grabados de discos móviles cosidos con hilo de seda. Sólo un emperador era digno de esta joya.

Cuándo habrá luna llena, qué día celebraremos la Pascua, el próximo eclipse de sol o el apogeo de los planetas entre el 7000 a. C. y el 7000 d. C. Lámina a lámina, los discos móviles calculaban con sencillez para el lector medieval todos estos acontecimientos.

"Los eclipses del Sol y la Luna se interpretaron en las primeras culturas como resultado de la ingesta y posterior evacuación del astro correspondiente por un gran dragón", afirma la cartela de la ilustración correspondiente a la fotografía de esta entrada.

Sin embargo, la extraña belleza de esta idea mesopotámica: vincular el punto de encuentro entre la órbita de la Luna y la órbita de la Tierra con el movimiento de las alas de un dragón, los llamados nodos lunares, ha capturado de tal manera la imaginación de los hombres que hoy en día se continúan llamando "al ascendente, cabeza de dragón y al descendente, cola de dragón". 

"El dragón, por tanto, está aquí dando vueltas y más vueltas a nuestro planeta tierra. El olvido de nuestra civilización no nos exime de su vela constante. Muchos se interesan por los dragones y son pocos los que entienden de dónde provienen sus alas y por qué exhala fuego", explicaba la antropóloga Mayte Duarte.


Biblioteca Nacional de España, BNE

La belleza del Cosmos: Astronomicum Caesareum

Hasta el 9 de enero de 2021, gratuita con reserva previa. 

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