Un viajero cansado se recostará apacible
bajo la sombra de los castaños para descansar,
y la zarzamora contará
la gracia de sus historias.
Natalia Nekrasova
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Maribel Orgaz - @curionatural
Hace unos días he vuelto a pasear la chopera de Talamanca del Jarama (Madrid) para ver sus grandes árboles otoñados. Hay un puente viejo, columpios, un río, un caz y un kiosco, mesas y bancos. Los chopos Populus nigra se plantaron hace tiempo y otros árboles siguen llegando, en 2022 se repobló con moreras, tilos, olmos que harán aún más bello este rincón apartado. Un hombre leía con su cuaderno de notas en uno de los bancos y por encima de él, un carpintero Campephilus imperialis repiqueteaba en la tarde. Si el viento sopla ni el ruiseñor Cettia cetti, ni el mosquitero Phylloscopus collybita ni el mirlo, ni tan siquiera la corriente de agua destacan en su ruidosa alegría. Sólo miles de hojas cayendo como pétalos dorados sobre el camino. La Naturaleza prepara el invierno, el tiempo del reposo. El majuelo Crataegus monogyna y sus frutos rojos para que los animales silvestres tengan alimento, la menta Mentha longifolia que aún perfuma el aire si la rozas al pasar, las zarzas Rubus que tras las moras ofrecen sus nuevos colores. Cada planta y cada pájaro que entregan su canto, su contenta belleza, antes de que el silencio del frío envuelva el mundo.
Hace unos días he vuelto a pasear la chopera de Talamanca del Jarama (Madrid) para ver sus grandes árboles otoñados. Hay un puente viejo, columpios, un río, un caz y un kiosco, mesas y bancos. Los chopos Populus nigra se plantaron hace tiempo y otros árboles siguen llegando, en 2022 se repobló con moreras, tilos, olmos que harán aún más bello este rincón apartado. Un hombre leía con su cuaderno de notas en uno de los bancos y por encima de él, un carpintero Campephilus imperialis repiqueteaba en la tarde. Si el viento sopla ni el ruiseñor Cettia cetti, ni el mosquitero Phylloscopus collybita ni el mirlo, ni tan siquiera la corriente de agua destacan en su ruidosa alegría. Sólo miles de hojas cayendo como pétalos dorados sobre el camino. La Naturaleza prepara el invierno, el tiempo del reposo. El majuelo Crataegus monogyna y sus frutos rojos para que los animales silvestres tengan alimento, la menta Mentha longifolia que aún perfuma el aire si la rozas al pasar, las zarzas Rubus que tras las moras ofrecen sus nuevos colores. Cada planta y cada pájaro que entregan su canto, su contenta belleza, antes de que el silencio del frío envuelva el mundo.
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