viernes, 4 de agosto de 2023

Cabalgando sobre el jardín del mundo - Francisco Vázquez de Coronado

 


He perdido dos ciudades, las dos preciosas. 
Y, más vastos, poseí algunos reinos, dos ríos, un continente.
Elizabeth Bishop

Maribel Orgaz - @curionatural
Tan altas que los hombres a caballo se perdían entre ellas. Tan profundas en la tierra que rompían los arados. Praderas como nunca antes se habían visto en Europa. En 1541, el año en el que se extingue la dinastía Plantagenet, el mismo en el que Miguel Ángel termina el Juicio Final de la Capilla Sixtina, Francisco Vázquez de Coronado parte de México en busca de Siete Ciudades de fábula, libres de las plagas de la espada, el hambre y la peste, llenas de maravillas. Cabalgando sobre el jardín del mundo en un océano de plantas tan espigadas y densas que los jinetes habían de ponerse de pie en los estribos para saber por dónde iban. Exhausto en Texas, malherido en Kansas, arruinada su reputación, retorna ante su virrey sin saber que había pisoteado una eterna riqueza. Gramíneas altas que protegen del sol la tierra y prosperan en la penumbra, hierbas bajas que crecen sobre todo subterráneas, y aún medianas que no dudan ante el frío y la sequía. Stipa, Hordeum jubatum, Andropogon gerardi... un mar infinito de herbazales, una promesa de abundancia perfumada por la lluvia y el viento. Vázquez de Coronado como tantos otros condenados, tantos otros solitarios y ásperos que atraviesan sin ver la plenitud de los días en pos de inciertos sueños de codicia. 


Ahora, en agosto, en el piedemonte de la Sierra de Guadarrama lucen doradas las gramíneas como el  berceo (Stipa gigantea) y el Hopillo (Agrostis stolonifera). 
Tomé esta fotografía junto al Arroyo de la Fuente del Moro, M-104 (Madrid, España)   


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