lunes, 3 de julio de 2023

La Naturaleza tiene sus propios milagros. Pasiflora azul - Passiflora caerulea - Avenida del Mediterráneo, Colmenar Viejo (Madrid)

 

Es como un solo de jardín
entre el murmullo de los prados.
Gerardo Diego



Maribel Orgaz - @curionatural
Se les voló la cabeza al contemplarla. En las tierras Novohispanas hombres de fe encontraron una flor inimaginable, tan inusitada que admirarla les hubiera llevado al asombro y la belleza, al gozo sensual de una Naturaleza que revelaba un mundo más allá de su mundo, de su entendimiento. Entonces, la arrancaron y secaron y la incluyeron en herbarios y estudiaron a qué se debían aquellas arquitecturas de pétalos y estambres, de sépalos y pistilos; aquellos colores delicados. Primero fue Nicolás Monardes, médico e hijo de médico, que en 1565 aventuró en un tratado que esta flor era el símbolo de la pasión de Cristo y después los padres franciscanos y el agustino Bosio y el Papa Pablo V, el mismo que despreció el Sol de Galileo. Todos ellos negaron que la Naturaleza podía tener sus propios milagros. Así, impusieron a la flor un significado, que era la revelación divina de la pasión de Jesús y aquella criatura, passiflora, cargó sobre sí flagelaciones y torturas que eran sus estigmas y sangre derramada las delicadas franjas de la corona; los estambres, heridas y llagas; los zarcillos, el látigo. Hombres que sofocaron la alegría de este encuentro con pesares y tormentos, que negaron desde las tinieblas de la razón, la nacarada luz de su bendición.

Tomé la fotografía de esta flor de la pasión en la Av. del Mediterráneo en Colmenar Viejo (Madrid) el pasado 21 de junio.


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