lunes, 23 de noviembre de 2020

Semillas viajeras en barcos de vela - Nuestra idea de pureza tiene que ser revisada. Seeds of change de Maria Thereza Alves - La Casa Encendida



En 1999, la artista brasileña Maria Thereza Alves se encontraba en Finlandia escuchando una conferencia en la que una estudiante hablaba sobre su doctorado acerca de los pastos de pantano, "y cayó en la cuenta de que había hierba salada y no entendía cómo había llegado hasta allí". Su profesor, continúa explicando Alves, le dijo que era flora de lastre: los barcos usaban arena y tierra para equilibrar su peso, al menos desde el siglo XVII, y al llegar a puerto se deshacían de ella. 

Estas plantas se convertían así en testigo vivo de la historia del comercio en el mundo, los barcos usaron lastre hasta el siglo pasado y en muchos casos, la gente creía que las flores o hierbas que crecían en sus campos eran de allí y no imaginaban que habían atravesado los mares en inmensas cargas.

"Nuestra idea de pureza del paisaje tiene que ser revisada", afirma. 

Alves comenzó una investigación, que aún continúa, de la flora de lastre en las ciudades portuarias de Europa, de todas las especies de flores y plantas alóctonas. Cuando las identifica, realiza una exposición y lleva al público fuera del espacio expositivo, al jardín que ha cultivado con todas esas variedades.  

En Bristol, el entusiasmo fue tal que además de las visitas guiadas al jardín flotante  que se plantó en el muelle, los escolares llegaron para dibujarlas y las escuelas cultivaron en sus patios algunas de estas plantas peregrinas. 

"Aunque las semillas parecen estar muertas, de hecho están vivas y pueden permanecer vitales en el suelo durante décadas, e incluso cientos de años en estado de latencia", ha explicado la botánica Heli Jutila, experta en flora de lastre.

Maria Thereza Alves cree que estas flores son testimonio de una narrativa mucho más compleja de la historia mundial del comercio de la que suelen presentar los relatos ortodoxos como es el caso de las buganvillas, originarias de Brasil, que crecen en Senegal debido a la trata de esclavos que se desarrolló en el siglo XVIII,

Desde Brooklyn a Marsella, el proyecto de las semillas de lastre  va sumando cada vez más lugares en los que las plantas no sólo bordean los puertos, aparecen en las carreteras "como en el caso Liverpool que tenían tanto lastre que lo usaron para las carreteras o en Nueva York que lo arrojaban a los vertederos y ahora se pueden encontrar en todo Manhattan". 

Cuando Alves inaugura una de sus exposiciones quiere que la gente salga del espacio de exhibición y "que seas consciente de que cuando pisas Nueva York estás pisando Noruega o Jamaica".

¿En qué momento las semillas se vuelven "nativas"? ¿Cuáles son las historias sociopolíticas del lugar que determinan el marco de pertenencia?, se pregunta. 

En Lovaina (Bélgica) la instalación de un jardín botánico de flora de lastre puede visitarse de manera permanente.

Y en Madrid, y en el marco de la exposición colectiva La Cosa del Pantano  en la Casa Encendida, puede verse en un vídeo el proyecto del puerto de Marsella y un dibujo a color sobre las buganvillas. 

Comisariada por Nuria Montclús, esta pequeña joya del otoño madrileño ha sido seleccionada como ganadora de la edición Inéditos 2020: "muestra que reúne los proyectos expositivos de dos jóvenes comisarias menores de 35 años".

Hasta el 10 de enero de 2021 gratuito. 


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