Están las gentes y las montañas, los ríos, las minas de los cerros "aunque la parte más interesante del cuadro son la flora y la fauna", escribió la bióloga Carmen Martínez en su artículo para la revista NaturalMente editada por el Museo Nacional de Ciencias Naturales.
El Quadro de la Historia Natural Civil y Geográfica del Reyno del Perú realizado en 1799 reúne cientos de animales y plantas que constituyen apenas una muestra de la "asombrosa riqueza" de un territorio inmenso habitado por pájaros niño (Sephenicus Humboldtii) o cuyo graznido anunciaba la lluvia de inmediato, con plumas dignas de princesas incas, capaces de curar la lepra o de cinco colores, lo más hermoso "de toda la montaña".
Mamíferos incluida la vaca de marina, reptiles como un lagarto que en realidad es un caimán", peces, incluido el caballito de mar, Hippocampus.
José Ignacio de Lecuanda, tesorero y contador real, y autor de este cuadro destinado a ser leído, como gustan de insistir los expertos, creyó, en su pasión por todo lo vivo, que junto a la plata y el azogue, además de las plantas y las inmensas criaturas de aguas profundas habían de dibujarse gusanos y arañas: "en la esquina inferior del cuadro se incluyen también doce invertebrados".
Lecuanda llegó al Virreinato del Perú con 16 años y viajó con su tío, obispo de Trujillo, durante casi tres por aquel inmenso país. Se casó y volvió a España varias décadas después. El Quadro, afirman, le fue sugerido por Manuel Godoy, ministro de Carlos IV, pero él decidió qué se incluiría y qué se diría. Luis Thiebaut, grabador, lo ilustró.
El Quadro de la Historia Natural Civil y Geográfica del Reyno del Perú se cita como un logro Ilustrado, el resultado del abandono de una antigua forma de pensar, aquella según la cual, todo era creado por un ser perfecto, un ente celestial.
Las imágenes y la cuidada escritura a pluma muestran el asombro ante un mundo poblado de criaturas desconocidas que hay que describir y organizar. El comienzo de la separación entre superstición y ciencia, el lugar que aún ocupaba, en la mente de aquellos primeros científicos, el misterio.
"Pez sierra, muy violento", detalla el texto, "combate la ballena, vence y mata". Los peces ocupan un lugar preferente, señala Carmen Martínez, "atraviesa balandros, es comestible y anidante". Veintiséis peces en cuatro grandes apartados.
Desde 1929 este cuadro ha permanecido en la antesala de la dirección del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid sin acceso público, tan sólo ha podido contemplarse en raras ocasiones cuando es prestado para alguna exposición.
Ahora y hasta el 26 de febrero, esta pieza singular puede verse, de manera gratuita, en la Biblioteca Nacional de España, en la muestra Nebrija, el orgullo de ser gramático.
Nebrija, el orgullo de ser gramático - Hasta el 26 de febrero. Acceso gratuito.
Sigue leyendo
La belleza de los atlas celestes - Astronomicum Caesareum, Petrus Apianus - BNE
De los vegetales al hombre - Nudos de Paula Anta en el Real Jardín Botánico
No hay comentarios:
Publicar un comentario