De mirar levantado hacia la altura
como una fuente con el agua helada. Luis Rosales
Aún no estaban de moda los baños de ola, ni la playa ni la brisa del mar; la aristocracia buscaba en las afueras el aire fresco, el agua y la belleza en sus fincas de verano. Olvidarse del mundo, ser sólo distinción.
Ella era una joven italiana de poco más de veinte años, viuda con dos hijas pequeñas y se hizo construir un paraíso. Un lugar rodeado de jardines cerrado por frutales y una alta pared que marcara el límite a las intrigas cortesanas, a las obligaciones como reina. Un lugar en el que montar a caballo, celebrar fiestas, admirar los lirios de agua y decirse que la vida, después de un matrimonio por obligación, le daría una segunda oportunidad.
En el barrio de Carabanchel, 240.000 habitantes, los bloques de pisos se detienen ante los grandes árboles, las flores y el vuelo de las golondrinas que estos días toman agua con sus picos para hacer el barro de sus nidos: Vista Alegre y ningún otro nombre sería mejor para este oasis.
El Jardín de Juegos, el invernadero de plantas exóticas, el canal navegable con su noria y su estanque, la cascada, la faisanera, la casa de vacas y el palomar, el gran palacio con decoración a candelieri, el columpio para las damas "el del charco y el ruso de vuelta entera", y el hermoso belvedere, siempre frecuentado, serán heredados por sus hijas que cuidaron y mejoraron aquella dote regia en la medida de su gran aprecio.
Vista Alegre está abierto de nuevo a la visita pública y es durante el mes de mayo su momento de esplendor. Peonías, plantas de fresa y florecidos pensamientos, dos naranjos enanos, un cedro inmenso, plátanos de sombra y un milagro: las calas de Etiopía, los lirios de agua que "necesitan humedad durante toda su vida, mucha cuando está floreciendo y más bien poca tras acabar la floración".
Dispersos aquí y allá, los visitantes tienen ahora ocasión de contemplar esta flor de ribera, "símbolo de pureza y compasión, dadora de buena suerte", según afirma Louise Cortambert en su libro El lenguaje de las flores.
En 1858, el mundo pertenece a la burguesía que se hace con los paraísos que los privilegios de sangre ya no pueden mantener. En Vista Alegre, su nuevo propietario hace construir otro palacio para poder celebrar grandes fiestas en un gran salón árabe pero el jardín era tan hermoso "que cautivó al enérgico magnate". El Marqués de Salamanca, José María de Salamanca y Mayol solo pudo mejorarlo "abrió senderos curvos y plantó sauces llorones a la orilla de la ría, flores acuáticas, camelias, naranjos y limoneros, plataneras de Canarias, piñas de América y palmeras datileras africanas".
Visita a los Jardines de los Palacios de Vista Alegre
Gratuito - Previa reserva - Comunidad de Madrid
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