¿De dónde provienen las plantas con flores?, se preguntaba el botánico Javier Fuertes, jefe del departamento de Biodiversidad y Conservación del Real Jardín Botánico. "No encontramos nada entre los helechos y ellas".
Quien contempla la gloria de su forma, escribía Louisa Yeomans King en la introducción a El libro de los aficionados a las dalias de Henrietta Maria Schroeder, siente la alegría de un mundo hermoso. "De todas las flores de estación, ¿hay alguna tan majestuosa como la dalia?"
"Qué determina la adaptación de una flor a un polinizador", continuaba Fuertes, su aspecto general, su color, si los pétalos son lisos o rugosos "en función del insecto o ave que necesite agarrarse, si ofrecen néctar o polen que puede tener espinas, que en contra de lo que pudiera pensarse, es un mecanismo para descargar la electricidad estática que produce la vibración de las abejas y así evitar que se lleven todo el polen".
La dama de las dalias, la neoyorquina Henrietta Maria Schroeder, jardinera de dalias, pintora de dalias y escritora de guías sobre dalias, admiraba el temperamento de esta raza de flores: "sus inexplicables malhumores y sonrisas, su amor por el sol. No las convenceremos para que soporten la escarcha porque las dalias alcanzan la perfección en una tierra templada ".
"Nuestros sueños", escribía el jardinero Lawrence K. Peacock , "se hacen realidad en mayo y junio cuando todo florece en una variedad infinita pero cuando las flores se despiden de nosotros necesitamos una criatura soberbia entre el tiempo de las las rosas y el de los crisantemos y esa es la dalia."
Bajo la poesía de su sombra, tilo plateado - En Madrid y en Rumanía, Tilia tomentosa
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