martes, 18 de marzo de 2025

El crujido de los icebergs, el rumor de las tormentas, los cantos de las ballenas. Historias de sonido profundo - Ecos del Océano - Fundación Telefónica



¿Dónde encontrar una campana
que suene adentro de tus sueños?
Pablo Neruda 
Maribel Orgaz - @curionatural
Cómo puede sentir un cetáceo a través del sonido, "la luz solar después de 30 ó 40 metros llega muy difícil pero a 200 no consigue penetrar más, un cachalote vive a 3.000", explicaban nuestros guías durante el recorrido de la exposición Ecos del Océano de Fundación Telefónica. Esta visita la he realizado con APIA, la asociación de periodistas ambientales a la que pertenezco.

Qué ocurre en esa oscuridad, cómo viven estas especies en el sonido. La respuesta es viendo ecos. En la profundidad del océano el sonido hace el mundo. 

Las leyendas mitológicas, las historias de los pueblos antiguos tenían en su imaginario el sonido de la vida marina "pero para la ciencia hasta hace pocas décadas, el océano era biológicamente mudo, un mundo en silencio". 

Éste es el motivo de la exposición, inmersos en el sonido, paseando entre doce pantallas gigantescas, se invita a "dejar crecer una sensación de existencia compartida", imaginar cómo siente un cachalote o una rorcual o una ballena jorobada en las profundidades del océano.

Las grabaciones, realizadas durante más de setenta años por el Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas de la Universidad Politècnica de Cataluña, LAB, el mayor archivo del mundo de sonidos de la naturaleza –de los océanos y los bosques primarios- se emiten en 36 canales de audio que junto a las doce pantallas gigantescas y la oscuridad sumergen al visitante en una escucha profunda. 

"Desde los años cincuenta hay una revolución de la biología del sonido marino, se desarrollaron hidrófonos más sofisticados y gracias a las computadoras se pudieron almacenar muchos datos".

La base de datos LAB ha servido al colectivo Marshmallow Laser Feast que tomando estos sonidos e interviniendo imágenes con IA han diseñado audiovisuales hipnóticos repartidos en cuatro bloques. 

Entre 600 y 1.200 metros por debajo de la superficie del mar, hay una franja de agua en la que el sonido se comporta de manera distinta. El llamado canal SOFAR, en el que el sonido viaja cinco veces más rápido que en el aire,  "una ballena en Sudáfrica puede escuchar los cantos de otra en la costa de Irlanda".

Las ballenas tienen senderos por los que ir de un lugar a otro. Tienen un idioma común y cada grupo desarrolla su propio dialecto y sus acentos. Inventan canciones nuevas que se ponen de moda entre ellas, "sus cantos se asemejan en algunos momentos a las improvisaciones de jazz o arias operísticas, convierten al océano en una fuente de texturas sonoras inéditas". 

"LAB fue pionero en detectar el ruido antropogénico en los océanos". Transportes de mercancías, maniobras militares, el zumbido de las hélices, el paso de los cargueros, todo tiene un impacto en el fondo marino. "Las enormes cantidades de ruido que estamos arrojando al océano desorientan a los cetáceos, alteran sus patrones de comportamiento e incluso pueden ser la causa de varamientos masivos", y continúa: "es urgente definir un pacto de convivencia acústica con las sociedades cetáceas". 


En Fundación Telefónica y hasta el 7 de septiembre, se expone Ecos del Océano, una propuesta artística y científica, creada por el colectivo de artistas digitales Marshmallow Laser Feast en diálogo con el Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas de la Univeritat Politècnica de Cataluña. La muestra, comisariada por José Luis de Vicente, se centra en una pieza principal: Viendo ecos en la mente de la ballena, una gran instalación audiovisual envolvente que invita al visitante a reflexionar sobre la sostenibilidad de los ecosistemas marinos.


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Que no conocen la vasta soledad de las ciudades - Cotorra argentina - Myopsitta monachus



sábado, 8 de marzo de 2025

Baños de mar para la vida agitada de las ciudades populosas - Guía del Bañista, doctor A. Bataller y Constanti



El mar es un abrazo
de azules derretido.
Leopoldo de Luis 


Maribel Orgaz - @curionatural
En 1877, el doctor Bataller y Contasti publicó una Guía del Bañista para tomar con provecho los baños de mar. 

Es un manual maravilloso en el que se asegura con la autoridad de la ciencia que el baño de mar recupera la perdida salud. La situación de la medicina en aquellos tiempos popularizaba cualquier remedio que no fueran las temidas sangrías o violentos purgantes y vomitivos. Baños, quién no querría intentarlo. Y los médicos comenzaron a prescribirlos. 

La generación actual, comenzaba pesaroso Bataller, "por causas difíciles de apreciar lleva impreso en su organismo un sello de debilidad" y en lugar de "remedios debilitantes", continúa, es mejor recurrir a los tónicos. 

Y qué mejor tónico que un baño de mar... pero en condiciones estrictas: "no con la rutina extravagante, caprichosa y expuesta a mil percances" que él había observado en los bañistas cada vez que se acercaba a una playa.

En primer lugar, y al llegar a nuestro salutífero destino, detalla, hay que empezar por habituarse a la acción de la atmósfera marina con frecuentes paseos pero sin acercarse demasiado a la orilla para evitar mojarse los pies. Para los niños era suficiente, los primeros días, jugar en la arena con las conchas y las piedrecitas. 

Algunas precauciones generales incluían para los bañistas de piel delicada e impresionable, evitar los días del mar en fosforescencia y para todos, considerar cuidadosamente la temperatura de los baños. 

Los baños de aguas frías, ya sean de río o de mar, "tras la desagradable reacción inicial y cuando el pulso vuelva a ser de nuevo ancho y lleno y el corazón lata sosegado, producirán tal sensación de bienestar que compensarán con creces el mal rato que antes pasaran". El doctor puntualiza que los baños fríos de mar son más tónicos que los fríos de río.

Pablo Neruda recordaba en sus memorias, la imposición rigurosa de chapuzones oceánicos: 

"Lo que me asustaba era el momento apocalíptico en que mi padre nos ordenaba él baño de mar de cada día. Lejos de las olas gigantes, el agua nos salpicaba a mi hermana Laura y a mí con sus latigazos de frío. Y creíamos temblando que el dedo de una ola nos arrastraría hacia las montañas del mar. Cuando ya con los dientes castañeteando y las costillas amoratadas, nos disponíamos mi hermana y yo, tomados de la mano, a morir, sonaba el pito ferroviario y mi padre nos ordenaba salir del martirio".

"Algunos bañistas presentan después de los primeros baños, una excitación nerviosa que les causará insomnio, que es más frecuente en los niños y las mujeres delicadas. Si estas perturbaciones no cesan entre el quinto y décimo baño, se debe suspender el tratamiento". 

Este malestar era infrecuente, opinaba el doctor quitándole hierro, ya que lo habitual consistía en una duración del bienestar sin interrupción hasta el vigésimo baño y a veces más. "Los baños de mar fríos, empleados como sedativos, calman la irritabilidad nerviosa excesiva, tan común a los individuos entregados todo el año a trabajos intelectuales y vigilias, prolongadas, a los habitantes de las grandes poblaciones que pasan una vida agitada por la actividad febril que requiere la buena marcha de los negocios en las ciudades populosas". Los baños fríos calman sin debilitar. Aunque ni los niños ni los viejos de 60 años deben tomarlos. 

El bueno del doctor Bataller y Contasti habría evitado al poeta inclementes obligaciones paternas. 

¿Es diferente un baño tomado en los meses de julio y agosto en el Canal de la Mancha, de noche o de día, o en el Mar Mediterráneo o en nuestras costas del Oeste? Se pregunta el lector.

La ciencia médica asevera que deben, preferentemente, escogerse lo meses de más calor y una costa del Mediterráneo, "aunque si lo que necesita es una acción tónica y excitante" se habrá de emigrar a las costas del Norte y el Oeste. 

Bataller y Constanti se enfrenta abiertamente a la creencia popular que estima en una novena bañista el número suficiente de baños para lograr la salud "el que los necesita deberá tomar veinte o treinta", a uno por día. La quimera de los nueve baños, clama, los llamados novenarios no es más que una superstición. 

La Iglesia no iba a entrar en el coto vedado de la medicina. 

A continuación, el doctor detalla un calendario de horas según se tomen baños en el canal de la Mancha, en el Mediterráneo o el Norte de España. Si nuestra playa tiene establecimiento de baños, con sus bañeros y sus maromas, debe estar provisto de pilas por si el bañista no quiere tomar baños de oleaje. 

La pauta del baño es la siguiente: hay que caminar a la orilla y "así que ve acercarse una ola, entrar con denuedo", sumergiéndose "y sencillamente ponerse a nadar". Los que no sepan se agarrarán a una cuerda, hasta que el agua les llegue a la base del pecho. La duración será de 15 minutos para el adulto y 8 para los niños. 

Al salir, envuélvase en sábanas de lienzo usado y como el baño ha abierto vivamente las ganas de comer, "sépase que debe mediar desde el baño a la comida, hora u hora y media".

"Nunca debe tomarse baño alguno, ni caliente ni frío" que no haya pasado tres horas desde la última comida y tampoco en ayunas. 

"No negaré que haya quien pase una temporada en el litoral sin necesidad y sólo por pagar tributo a la costumbre, cada día más en boga, de emigrar, durante los calurosos meses de verano, de los grandes centros de población (...) he aquí, pues, por qué explico la importancia de los baños de mar". A. Bataller y Constanti, Sociedad Española de Hidrología Médica. 



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lunes, 3 de marzo de 2025

En las mesas cuidadas nunca demasiadas flores - Mis Dalias por Noel Clarasó

 

Real Jardín Botánico, 2022

Sólo el amor del pétalo a su colocación
junto a otro pétalo alrededor de su corola.
 José Ramón Ripoll


Maribel Orgaz - @curionatural
"La clasificación botánica de la dalia", zanjaba el escritor Noel Clarasó en una traducción del  original francés Maison Rustique de 1961, "no ofrece ningún interés al aficionado a la jardinería", así que quien desee cultivarlas hará mucho mejor en limitarse a plantar las variedades que resulten bien.

Clarasó describe a lo largo de dos páginas posibles cultivares de jardín, las dalia rosa puro como la Vilpert, o las Ciudadela con vislumbres de oro; las grandes que son las más apreciadas como la María Magdalena de Rasky,  la Zoo de Mulhouse o la Cincinnatus, "de bello colorido rojo granate".

En marzo, aunque puntualiza, según los climas, las dalias comienzan a vegetar y se notarán las yemas, es el momento de dividir las cepas pero, "sólo quien posee viejas experiencias", advierte, podrá tener éxito en multiplicar sus dalias por esquejes. La complejidad de esta tarea, afirma, "rebasa los límites de este librito".

Sin embargo, añade con ternura, para aquellos que los adquieran y le lleguen desde lejos ha de recuperar los esquejes de las fatigas del viaje: desembalarlos con cuidado, cubrirlos con un poco de tierra, a la sombra, en ligera humedad.

Abril es el momento de plantar los tubérculos de las dalias, y para armonizar sus colores hace falta conocer bien todas las razas que se van a usar, que los matices vivos lucen más a pleno sol, y los claros en sitios sombreados.  

Para adornar la casa se han de coger a primera hora de la mañana, y ya que la dalia es una flor sedienta, conviene sumergirlas en agua durante algunas horas antes de ponerlas en el florero, "en una fiesta de noche lo mejor es sumergirlas durante diez horas". Así se mostrarán en toda su belleza.

En las mesas cuidadas nunca demasiadas flores, sino pocas y bien distribuidas.



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