El artista fotografía plásticos enganchados a las ramas de los árboles.
Acumula restos cerámicos que cosidos con hilo de cobre forman grandes collares "cansados".
En esta sala blanca, tallos de sarmiento resecos descansan exhaustos contra la pared.
En el suelo, después de afilarlos, esparragueras silvestres, Asparagus acutifolius.
Un imaginario fósil, de naturalezas muertas, desecadas. Sin épica, sin apelar al sentido maravilloso de los seres que un día nos acompañaron.
Esa es nuestra fe, que contemplaremos esta masacre tras un cristal. Que asistiremos a la destrucción de las fuentes de nuestra vida en un búnker quirúrgicamente aislado.
"No hay ninguna necesidad de poner los pies en todos los rincones del planeta, no hay ninguna necesidad de subir la montaña", reza una cartela.
"Quizá la Naturaleza, reflexiona el artista, "nos envía mensajes: quédate en tu casa, no ensucies, no contamines".
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La vida en silencio - Rafael Navarro, Cuerpo y naturaleza
