domingo, 21 de febrero de 2021

Encima del invierno, la flor de la camelia - Eben Gowrie en Australia y el Museo Thyssen Bornemisza en Madrid


El mundo entero estaba allí dentro, explican los historiadores, tenían la pintura más agradable, la porcelana más delicada, los versos más bellos y la flor más hermosa bajo los cielos. Así que, los dueños de aquel imperio, lo amurallaron para solazarse en él y dejaron de interesarse por otros lugares.

Camelias blancas, rosadas y llameadas flanquean estos días las puertas del Museo Thyssen Bornemisza. Una flor de oscuridad, "nacida en el frío y para el frío"en la muerte del invierno aparece la luz de la camelia que se apaga en primavera, cuando las otras florecen.

Dieciséis emperadores de la familia Zhu gobernaron China durante casi tres siglos, una época dorada. Bajo los Ming, los grandes señores trazaban sus jardines siguiendo tratados como la Superación de las obras celestiales. "El rey llega al gran estanque, los peces saltan sin parar". Los muros cargados de flores eran muros de mujer, las plantas que rodeaban el pabellón de escuchar la lluvia eran diferentes y así, cada hoja procuraba una diferente tonalidad musical. 

Quizá la flor de la camelia llegó a Galicia en los navíos portugueses procedentes de Macao y encontró en esas tierras, un lugar para la devoción. Desde hace más de 50 años, se celebra un encuentro internacional para elegir la camelia más blanca y la más bella de todos sus jardines atlánticos. Aquellos suelos ácidos, la humedad y la umbría que otras flores rechazan, son los más amados por la camelia.

Cura las quemaduras de fuego, explicaba el gran médico imperial Li Shi-zhen y el té, elaborado con sus hojas, nos devuelve al mundo en serenidad. Al marchitar, no se deshoja como otras flores, cae por entero y el sonido es evocado en delicados versos japoneses. La camelia se entrega plena a nuestro consuelo. 

En Occidente, sin embargo, en el siglo XIX, el favor de la camelia se apagó frente a las orquídeas. Eben Gowrie Waterhose, lingüista reconocido en la primera etapa de su vida, después diseñador de profunda huella en los jardines de toda Australia, aprendió japonés a los 80 años para poder hablar de camelias con los japoneses, abriendo así la tercera de sus carreras profesionales como autoridad en esta flor. Sus estudios desataron un renovado interés mundial por ellas. 

Waterhouse nombró cientos de variedades de camelia, llenó sus jardines de árboles del coral y escribió extensamente sobre la manera de darles tonalidad atrayendo mariposas de los colores adecuados. 

Nunca estuvo solo en su pasión, explica Miguel Ceballos, su compañera fue experta en componer ikebanas con camelias. Waterhouse logró desarrollar una variedad blanquísima a la que nombró Janet, en honor a ella. Pero no fue suficiente, desarrolló otra de color rosa pálido, y le puso el suyo para que ambas figuraran juntas. 


¿De dónde viene este viento perfumado por la flor fugaz de la camelia?

 Por él salgo a desafiar el frío de la media mañana. 

Demasiado pobre para comprarlas, pinto una en el papel.

La flor de la camelia verdadera se marchitará en un jarrón, 

quedando acaso su perfume en la memoria 

de quien pudo comprarla; 

pero ésta mía no teme ni el viento frío ni la lluvia leve 

y por mucho que el tiempo pase, persistirá. 

Ma Hsiang Lan 



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1 comentario:


  1. servifress

    La exquisita camelia, con sus pétalos seductores, encarna la elegancia y la frescura. En marketing olfativo, su aroma sutil podría ser la clave para cautivar clientes, creando experiencias memorables y asociaciones positivas.

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