sábado, 2 de julio de 2022

Mitigar la canícula con sombra de flores - Dondiego de noche - Avenida del Mediterráneo, Colmenar Viejo

 


Rosas rosadas y blancas, ramas verdes,
corolas frescas y frescos
ramos, ¡Alegría!
Rubén Darío  

Los edificios, explican los guías turísticos, hablan en una ciudad: esta columna es del Barroco, aquel frontispicio sólo podía costearlo una familia nobiliaria, las iglesias sin nombre porque eran analfabetos y les bastaba la figura del santo sobre la puerta. 

De la misma manera, ahí está la sorpresa de algunas flores hablando de nosotros. Una malva real que un barrio admira, el capricho de un técnico ambiental fascinado por un tiempo que no volverá  y en la manzana, porque no es más, de casas con nombres de provincias andaluzas, solo tres árboles rodeados por alegrías que florecen en primavera y en lo más intenso de nuestro calor. En la calle Málaga en su confluencia con la Avenida del Mediterráneo, viven unos vecinos generosos que han hecho crecer aquí estas flores. Quizá jardineros, quizá tan  entusiasmados con su belleza que han querido compartirla con otros paseantes.

Dondiego de noche, maravilla de Perú, cultivada por los aztecas y traída a Europa en 1525 que se abre a última hora de la tarde o al anochecer. Un vegetal que crece a temperatura tropical y quizá por eso, gustan aquí de plantarla rodeando los árboles como risueñas enaguas. En Connecticut los niños la llaman, la flor de las cuatro en punto. 

Maravillas amadas por caracoles y babosas porque en nuestro verano han de ser regadas todos los días y a esa humedad, que es la vida para estos moluscos, como puntualizaría un malacólogo, acuden ellos a refugiarse. Al agua y a la sombra que ellas procuran, qué paradoja, flores que sólo crecen a pleno sol en blancos, fucsias y amarillos tienen la consideración de brindar lo oscuro a lo pequeño, a lo que nunca abandonará la tierra en busca de cielo.

Una lección para nosotros que habríamos de mitigar en la sombra de las flores nuestros pensamientos más ardientes, nuestros sueños agitados, nuestro melancólico cansancio.




Ordenadas por su nombre común
Maribel Orgaz 
Ed. Cuadernos del Laberinto 

 


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