sábado, 1 de noviembre de 2025

Confiar en el viento - Qué es una flor, Noel Clarasó

 


Hablándome en secreto, 
el alma del jardín.
Enrique González Martínez

Maribel Orgaz - @curionatural
Las obras del escritor Noel Clarasó, (Barcelona, 1899-1985) sólo se encuentran en librerías de segunda mano, todos sus libros están descatalogados o agotados. Clarasó fue de una laboriosidad asombrosa e incluso recurrió a seudónimos.

El artista Juan Poz escribía admirado en su blog: "Noel Clarasó es lo que se conoce aún en nuestros días como un escritor “todo terreno” capaz de escribir, con un altísimo nivel de calidad, una biografía, un ensayo luminoso, un libro de autoayuda, hacer traducciones, cultivar la novela, el teatro y, sobre todo, sus muy conocidas compilaciones de aforismos y frases célebres, disciplina en la que se convirtió en todo un experto y que influyó decisivamente en su manera de escribir".

Sobre plantas y jardinería, y nunca tuvo ni cultivó un jardín, sus monografías son maravillosas. De las dalias publiqué hace tiempo una entrada que puedes leer aquí y hace unos días encontré un librito minúsculo, Qué es una flor. 

Qué es una flor es quizá uno de los más botánicos que escribió, y a partir de las flores más populares en España, el clavel y el geranio, se lanza a una descripción rigurosa de las partes de la flor, de los estambres, la corola o los nectarios. 

Pero lo interesante para un lector, más allá del conocimiento científico, son las frases que intercala de vez en cuando, sus reflexiones, sus preguntas, sus diálogos con el lector, por ejemplo sobre el polen. 

Él mismo se asombra de la cantidad de polen que desprende las frondas del árbol cuando el viento las sacude bruscamente. "Por cada granito de polen que se aprovecha", continúa, "se pierden muchos". Clarasó se pregunta "por qué tanto derroche que parece imprevisión" y resuelve: "La Naturaleza no ha hallado otro modo más eficaz de hacer las cosas bien. Ha querido fecundar una flor con el polen de otra a distancia de varios kilómetros y no tuvo más remedio que confiar en el viento".

"¿Habéis sacudido la rama de un ciprés al principio de la primavera!, inquiere al lector, "¿habéis visto crecer un aloe?".

"Todos los cultivadores de claveles saben que en una mata de claveles blancos, aparece, sin más ni más, un clavel rosado" y Clarasó avanza divertido y fascinado página tras página como un explorador en una jungla, describiendo sucesos maravillosos en la vida de un vegetal.

"¿Conocéis el iris germánico?", "¿recordáis la flor de la retama?".


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El mundo se ha apartado de la tierra. Paisaje de desmonte, 1957 - Alfredo Alcain. Sala Alcalá - Madrid

viernes, 24 de octubre de 2025

Treinta rosas sin olor para oficinistas japoneses

 


El cielo está nublado esta mañana,
y en casa, a pesar de todas las nubes, 
se respira un aire primaveral.
Eduard Asadov
Эдуарда Асадова

Maribel Orgaz - @curionatural
El boletín más popular de la industria floral se llama, FloralDaily y hace unos meses publicó los resultados de un nuevo estudio acerca de los beneficios en los entornos de trabajo de los jarrones con flores naturales. 

Se colocaron durante cuatro minutos, treinta rosas sin olor en un jarrón frente a oficinistas japoneses y los resultados confirmaron, una vez más, que es suficiente contemplar unas flores para que disminuya la presión arterial y nos sintamos calmados y relajados.

Durante nuestro encierro por un virus, la Universidad de Sevilla también publicó un estudio acerca del consuelo que las plantas en casa proporcionaron a ciudadanos de varios países. 

La nostalgia, la tristeza y la ira en la que nos sumen los encierros en esos mundos prosaicos que nos hemos dado, se atenúan contemplando ficus, cintas, aspidistras, rosas, gerberas, dalias.

La Iglesia conoce bien este mal de las prisiones desde que comenzó a enclaustrar monjes y combate encarnizadamente la acedia, la imposibilidad de vivir mucho tiempo sin ninguna alegría. 

Junto a la pantalla y la impresora, unas pequeñas criaturas llenas de júbilo y sosiego dieron a unos empleados la capacidad de abandonar por unos instantes, lo tosco y opaco. 

Rosas que invitaron a imaginar una vida humanizada, la que aún está por llegar, más ardiente y más hermosa.


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El esplendoroso caos de las rosas. Santiago Ramón y Cajal.

Conocedores de la felicidad - Rosa Mosqueta












sábado, 18 de octubre de 2025

El mundo se ha apartado de la tierra. Paisaje de desmonte, 1957 - Alfredo Alcain. Sala Alcalá - Madrid

 


¿Dónde están ahora
el esplendor y los sueños"
W. Wordsworth


En la Sala Alcalá 31, se expone estos días una gran muestra del pintor Alfredo Alcain. Naturalezas muertas inspiradas en Morandi, homenajes al cubismo, bordados con cuadros de Cezanne pero el comienzo es singular, al visitante le recibe otro Alcain: Paisaje de desmonte que fue premio Sésamo en 1957.

Una pintura diferente a todo lo expuesto, al humor, al juego de referencias a otros pintores, a la alegría de los colores y su energía, añiles, rosas, amarillos. 

En Paisaje de desmonte, el mundo se ha apartado de la tierra, no hay árboles cargados de estaciones, nada protege a la vida del viento y la lluvia. Qué se necesitaría, piensa el visitante, para que este lugar recupere, al menos, esas hierbas que han logrado salvarse. Un segundo Génesis, que el espíritu vital sople de nuevo en este paisaje de taludes, de pardos inertes, que pueda recogerse el rocío, que haya insurrecciones por que nadie quiere habitar una casa rodeada de muerte. 



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sábado, 11 de octubre de 2025

Nuestros antiguos lugares - Abedular de Somosierra, Dehesa Bonita. Madrid

 

Abedular de Somosierra. 5octubre2025

Siéntate y sueña, olvidándote del mundo,
bajo el abedul, sobre el río dormido.
V. Shuf
В. Шуф

Maribel Orgaz - @curionatural
Hay abedules, Betulaceae, muchos. Y cuatro senderos, uno lleva al río, otro a pinos escuálidos cercados de piedra seca, el tercero a la cumbre y el más pequeño que se interna en la espesura. Dehesa Bonita en Somosierra (Madrid) que guarda memoria de tiempos glaciares. Árboles que soportan el frío, la altitud y un suelo pobre. Árboles y arbustos que celebran el otoño de octubre a noviembre: avellanos, serbales, acebos. El viento que sorprende a las hojas, las bellotas que repiquetean en el suelo. Agua que nace en lo profundo y habla de caminar en silencio en estas tierras que durante cientos de años fueron de paso para llevar el ganado a los pastos de estación. Como ahora nosotros, fatigados de ciudades, que buscamos aquí antiguos lugares, los que tuvimos y que apenas tenemos: pájaros volando hacia los cielos de verano, la cosecha de miel, el invierno y su tiempo para el descanso.


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El mundo apacible al pie de Guadarrama - Eduardo Rodera














viernes, 3 de octubre de 2025

Señor de las aguas - Pesquerías reales, río Eresma - Valsaín, Segovia

 

Pesquerías Reales. Valsaín, Segovia. 29sep2025


Un milagro en plumas es un pájaro,
un pez es un milagro en escamas.
Ivan Khramovnik
Иван Храмовник


Maribel Orgaz - @curionatural
Si algo le gustaba, lo compraba y compró a la ciudad de Segovia montes y tierras, sus árboles y dos valles. También las plantas, como el majuelo (Crataegus monogyna), las rosas (Rosa sp.) y las zarzamoras (Rubus sp.); y todas las criaturas que allí habitaban como nutrias (Lutra lutra) o corzos (Capreolus capreolus) y las diferentes clases de murciélagos. Era también, un señor de las aguas y se aseguraron de que los regatos alimentaran siempre a su río. Los fieles canteros cortaron inmensos peñascos, tallaron en piedra el sendero cuidando de que hubiera hueco entre los granitos para que los días de lluvia pudiera caminar sin mojarse las botas. Para las truchas saltarinas se construyeron oxigenadas cascadas. Todo para que aquel rey, Carlos III, pudiera ir a pescar al Eresma cada verano desde el Real Sitio su fresco palacio en los cálidos estíos. 


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La vida aérea - Vencejos, Acueducto de Segovia - Apus apus


viernes, 26 de septiembre de 2025

Reflejar el asombro, retratar el silencio - Símbolos de Marcin Ryczek - Palacio Quintanar. Segovia

 



El mundo tan silencioso
como si todos los pájaros
lo hubieran abandonado, uno a uno. 
R. Rozhdestvensky
Роберт Рождественский

Maribel Orgaz - @curionatural
"La fotografía también es una especie de meditación, ya que suelo esperar horas para una situación determinada. Creo que me inspira la belleza que se esconde en lugares y situaciones aparentemente ordinarios", explicaba  Marcin Ryczek para Darklight.

El fotógrafo polaco tomó una fotografía un día de invierno en Cracovia que se hizo viral: un hombre alimentado cisnes en la nieve. Desde entonces, su trabajo es reconocido internacionalmente. Ahora puede verse una muestra en el Palacio Quintanar de Segovia, Símbolos, incluida en PHotoESPAÑA y organizada con el Instituto Polaco de Cultura de Madrid.  

Al hablar de sus fotografías, Ryczek las denomina minimalistas-simbólicas y en sus viajes por todo el mundo, reflexiona acerca de cómo experimentan los turistas, los fugaces momentos de belleza: a través de las lentes de las cámaras fotográficas, en lugar de hacerlo directamente.

En Hiroshima, El fénix que resurge de las cenizas, un ave camina sobre un fondo de edificios. La vida surge sobre las ruinas. "Creo que, en un mundo aparentemente ordinario, ocurren muchos pequeños milagros pero es necesario detenerse y vivir en paz y armonía con uno mismo para apreciarlos".

Al recorrer las salas del hermoso Palacio Quintanar, las imágenes sumergen al espectador en un largo asombro meditativo, este milagro del mundo que Marcin Ryczek capta ha llevado a los críticos a afirmar que lo retratado, en realidad, es el silencio.


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Sed de gracia - Cisne



viernes, 19 de septiembre de 2025

El aire libre, las flores pequeñas - Terrafilia - Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

 


Nadie ve una flor en realidad; es tan pequeña. 
No tenemos tiempo, y verla lleva tiempo, 
como tener un amigo lleva tiempo.
Georgia O'Keeffe


Maribel Orgaz - @curionatural
El pasado martes, el Museo Thyssen-Bornemisza organizó para la Asociación de Periodistas de Información Ambiental, APIA, a la que pertenezco, una visita guiada a su exposición temporal Terrafilia.

"Amar la Tierra implica comprometerse con los animales, las plantas, las formaciones geológicas y las criaturas sobrenaturales, así como replantear el lugar de la humanidad dentro de la compleja y enmarañada red de la vida".

El museo ha seleccionado casi cien obras que abarcan cinco siglos de sus fondos y otras colecciones y ha elaborado un "viaje con la música de Tangerine Dreams o P. Kokoras" disponible en Spotify y una serie de actividades como el Terrafilia Fest.

A lo largo de siete escenarios interconectados, desde mundos animados a cosmogonías oceánicas, el visitante pude contemplar y reflexionar acerca de lo que diferentes artistas proponen para reconsiderar la belleza de lo oculto a simple vista, de las formas de explotación de la vida para mejorar sólo la nuestra.

En cada sala, una instalación de Sissel Tolaas invita a oler las moléculas extraídas de seis fuerzas elementales: Océano, Animal, Humano, Estratosfera, Tierra y Naturaleza, "para activar la memoria personal, para llevarnos a un mundo más allá de la razón".

Durante el recorrido, los artistas proponen al visitante los motivos por los que debe importarnos la naturaleza, más allá de la explotación de sus recursos, de su destrucción en nuestro beneficio. 

Cómo limpiar la mirada sobre la vida natural conceptualizada por la ciencia y empapada de religión, cómo establecer relaciones de simbiosis en lugar de dominio sobre ella. A qué pertenecer cuando, como una rama, somos desgajados de nuestra familia, nuestra tradición y nuestras costumbres, Petrit Halilaj y su RU2017. 

Qué dimensión temporal tiene nuestra vida frente a los hongos y su proliferación. Qué otra duración nos atañe más allá del concepto de la medición del tiempo que determina nuestra existencia, Diana Policarpo y el proliferar del cornezuelo.

Terrafilia incomoda con su denuncia, su mundo mancillado: un ritual de purificación en un antiguo almacén de esclavos, una burla amarga de los expedicionarios del siglo XIX. Piezas de dolor y pérdida. Historias de tristeza y fracaso. 

Junto a ellas, se han distribuido algunos cuadros de paisajes americanos en los que la mirada se refugia en busca de la alegría interior, del placer imaginativo que la naturaleza real proporciona al que camina estos días escuchando a los petirrojos que anuncian la llegada del otoño; de los castaños que en el paraíso de La Granja, en Segovia, rizan sus hojas cada vez más oscuras. 

Esos pintores del siglo XIX lograron, a pesar de las críticas que esta exposición desarrolla sobre sus obras, hacernos sentir muy pequeños frente a ríos y amaneceres; y nos devolvieron al mundo sólo como una pequeña parte del mismo.

La paradoja de lo expuesto en Terrafilia es que despliega decenas de piezas críticas, empapadas de culpa, que transforman en símbolo humanizado a cualquier rastro, que usa potentes instrumentos técnicos que indagan en los microorganismos y en nuestros cielos para mostrar bacterias y el espacio lejano. 

Y este abrumador despliegue de comprensión intelectual lleva consigo esa agotadora pretensión de importancia, ese derecho arrogado a exponer todo secreto oculto bajo el mar profundo, de las galaxias distantes. De dar luz a todo proceso, toda clase de vida, aunque esto signifique una profanación. 

Desde Thomas Cole a Turner, los artistas del siglo XIX mostraron cómo lo representado en sus paisajes, la nieve y unos ciervos, una fuente y un fresno, una tormenta, existen en su esplendor y abrumadora belleza al margen de nosotros. Su pintura era una celebración del olvido del yo.  

Quizá la desazón que provoca la mayoría de lo expuesto en Terrafilia es más profunda y se deba a que es imposible suprimir de nuestras conciencias la destrucción de la naturaleza, a que seguimos necesitando obras surgidas de mujeres y hombres que abandonen sus estudios y disfruten de más tiempo al aire libre, asombrados ante el sonido del viento en un gran árbol, emocionados con el brillo de un escarabajo romero, con las criaturas pequeñas. 

"Pintaba flores grandes", explicaba nuestra guía frente al magnífico lirio blanco de Georgia O'Keeffe, "para que nadie diga que no puede verlas, para no ignorar su belleza". 


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Un amor en el que crecen las flores y habitan los pájaros - Petrit Halilaj en el Palacio de Cristal, Parque del Retiro (Madrid)